domingo, 10 de julio de 2011

Nº 086

La vida es eso que vamos construyendo día a día, paso a paso, momento a momento... En la niñez los sentimientos como la curiosidad, el amor, el miedo, la sorpresa, etcétera, son espontáneos y puros; mientras vamos creciendo esos sentimientos se van puliendo, para no agobiar a los demás...
Lastimosamente hay veces donde, por diversas razones, vamos encerrando determinados sentimientos, que en su momento era lo mejor aparentemente, pero que se van convirtiendo en una carga con el tiempo... Una carga muy difícil de deshacer... Hay veces que se necesita un cambio rotundo en todo lo externo y todo lo interno... Un cambio que nos presente prácticamente un ambiente nuevo, un punto final a la etapa actual, y comenzar a escribir en otro capítulo de nuestra vida. Hay veces donde este cambio es automático por algún acontecimiento, pero otras veces es necesario tomar valor y hacerlo por sobre todo... Es un cambio difícil, pero hay veces que es imperiosamente necesario...
El problema surge cuando aun nos quedan algunos cabos sueltos y el cambio debiera realizarse ya mismo... No se puede cerrar un ciclo, si este no fue completamente resuelto... Quizás, cuando se esta frente a esta imperiosa necesidad de cambiar es porque, en el fondo, hayan varios cabos sueltos de diversas etapas, pero la etapa actual ya esta agotada y es agobiante...
Además algunas veces no se llega a compartir todo lo que se siente con todos los seres con los que nos cruzamos en la vida... Ciclos sin cerrar, momentos sin disfrutar, oportunidades perdidas... Las oportunidades se presentan una sola ves en la vida, cada oportunidad es distinta a las anteriores...
Hay veces que es mejor reflexionar bastante antes de tomar una decisión...

Uno de esos días de reflexión...